Dormir

Llevo mucho tiempo sin escribir, el tiempo que llevo funcionando en modo supervivencia.  A mí escribir me sirve para construir, y una no está para eso cuando tiene las energías puestas en sobrevivir, sostener y mantenerse a flote entre grandes olas.  Como decía Maslow, sólo podemos pensar en crear, desarrollar y realizarnos cuando las necesidades más básicas están cubiertas.  Y cuando una no duerme y descansa lo suficiente todo lo demás cae en cadena.

Éste es un aspecto por el que siempre pregunto en consulta: ¿Qué tal duermes? ¿Cuánto duermes? Cuando no descansamos lo suficiente nuestro cerebro activa el modo supervivencia automáticamente.  ¿Y qué implica eso? Pues que estamos alerta y activados todo el tiempo, nuestro cerebro interpreta que hay un reto o un peligro que nos impide dormir, y el cuerpo se prepara para el esfuerzo, la pelea o la huida.  Con lo que desgasta ese estado.  Como en cualquier situación de estrés crónico, el cortisol y la adrenalina circulan a sus anchas y producen efectos inflamatorios en nuestros órganos: nos duele la cabeza, la espalda, las articulaciones, nos salen eccemas en la piel, tenemos malas digestiones, o diarrea, o estreñimiento, o gases, experimentamos cambios de peso.  Cada uno lo que sea.  El efecto inflamatorio también se da en el cerebro como un órgano más, lo que origina síntomas psicológicos: depresión, astenia, anhedonia, irritabilidad…  Toda una cascada que se vería muy aliviada con una simple cura de sueño y una buena higiene del sueño.

Ojalá fuera tan sencillo ¿verdad? Porque… ¿qué nos impide realmente dormir? En mi caso, sería fácil responderme: mi bebé se despierta mucho por la noche.  Y es verdad, pero podría preguntarme más allá: ¿qué me impide organizarme con mi pareja para atender los despertares? ¿Cuál es mi necesidad real de sueño? ¿Y la de mi pareja? ¿Qué me impide descansar durante el día? ¿Le pasa algo a mi bebé para que se despierte tanto? ¿Para qué le sirve? ¿Puedo hacer algo con eso? Y seguramente más cosas.

En nuestra sociedad es muy común que nos impidan dormir las adicciones, sobre todo a las pantallas, a las redes sociales, al juego y al trabajo.  Los horarios de trabajo y ocio no ayudan absolutamente nada.  ¿Para qué nos sirve todo eso? ¿Qué papel juega?  El otro día escuchaba hablar a Begoña Aznárez en este video acerca de la red neuronal por defecto.  Ay, cuántas cosas explica la existencia de esta red.  No sólo los cólicos o las rabietas de los niños antes de irse a la cama o al caer la noche, como explica Begoña, sino la resistencia de los adultos a quedarse quietos y en silencio.  El momento de irse a la cama por la noche, cuando las demandas y los estímulos externos han cesado, está oscuro, no hay ruidos, es el momento en que la red neuronal por defecto, es decir, el «ruido» interno, puede tomar el control de la conciencia.  Hay que ver la de cosas que hacemos para evitar ese momento, para evitar mirar y escuchar todo eso que llevamos dentro.  Cuánta gente se queda dormida viendo la tele, mirando Instagram, leyendo un libro u oyendo un podcast.  Sin embargo, no importa lo que hagamos.  Aquello que necesite ser mirado y escuchado nos perseguirá y se expresará, durante la noche o durante el día, antes o después, a través de despertares, de insomnio o de un abanico amplísimo de síntomas somáticos o mentales.  Hasta que nos decidamos a encontrarnos con ello.

Buenas noches.

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